Hija de banquero. Desapareció en gala benéfica en Monterrey en 1999, 7 años después mesero haya esto. Roberto Elisalde llevaba 3 años trabajando como mesero en el hotel Ambasador de Monterrey, cuando encontró la cartera enterrada bajo los escombros del jardín trasero.
La construcción de la nueva ala del hotel había comenzado esa semana y las excavadoras habían removido tierra que llevaba años sin ser tocada. Patrón, encontré algo raro aquí. gritó Roberto al capataz de la obra, sosteniendo una cartera de cuero café parcialmente descompuesta. El capataz se acercó.
¿Qué es eso? Roberto abrió cuidadosamente la cartera.
Adentro había una credencial de estudiante de la Universidad de Monterrey a nombre de Valeria Herrera Montenegro. Fecha de nacimiento, 15 de agosto de 1980. La fotografía mostraba una joven sonriente de cabello negro largo y ojos verdes. Esta muchacha debe tener como 25 años ya, dijo el capataz.
¿Por qué su cartera estaría enterrada aquí? Roberto revisó más contenido, tarjetas de crédito, 1000 pesos en efectivo de billetes antiguos y un recibo del hotel Ambasador fechado el 12 de noviembre de 1999. El recibo indicaba Gala Benéfica, Fundación Esperanza.
Mesa 15, invitada, señorita Valeria Herrera Montenegro. Jefe, creo que debemos llamar a la policía, dijo Roberto. Esta fecha es de hace 7 años. Una hora después, el detective Miguel Sandoval de la policía ministerial de Nuevo León llegó al hotel. Sandoval tenía 45 años y 23 años de experiencia en
casos de personas desaparecidas. ¿Quién encontró esto?, preguntó Sandoval.
Yo, señor Roberto Elizalde, respondió el mesero. Estaba trabajando cuando las máquinas sacaron esto de abajo de esa jardinera grande. Sandoval examinó la cartera. Reconoce este nombre o esta cara. Roberto negó con la cabeza. No, señor. Yo empecé a trabajar aquí en 2003. El detective tomó
fotografías de la evidencia y del lugar exacto del hallazgo.
Luego se dirigió a la oficina del gerente del hotel. Necesito revisar sus registros de noviembre de 1999, le dijo Sandoval al gerente Arturo Méndez. Méndez, un hombre de 50 años con bigote gris, parecía nervioso. Detective, esos archivos están en el sótano. ¿Qué está buscando exactamente?
información sobre una gala benéfica que se realizó aquí el 12 de noviembre de 1999.
Así, la gala de la Fundación Esperanza fue un evento muy elegante. Vinieron muchas personalidades importantes de Monterrey. Sandoval anotó en su libreta, “¿Recuerda si hubo algún problema esa noche?” No, que yo recuerde. Todo salió perfecto. ¿Por qué? Pregunta. El detective mostró la fotografía de
la credencial. “¿Reconoce a esta joven?” Méndez estudió la imagen por varios segundos.
No, no la recuerdo, pero esa noche hubo como 300 invitados. Necesito la lista completa de invitados y empleados que trabajaron esa noche. Claro, detective, le traeré todo lo que necesite. Mientras esperaba los archivos, Sandoval llamó a su oficina para que verificaran si existía un reporte de
persona desaparecida a nombre de Valeria Herrera Montenegro. Sí, detective”, respondió su asistente por radio.
“Tenemos un reporte del 13 de noviembre de 1999. La reportó como desaparecida su padre Edmundo Herrera, presidente del Banco del Norte. Sandoval” anotó la información. Banco del Norte era una de las instituciones financieras más importantes del noreste de México. ¿Qué decía el reporte? Que la joven
había salido la noche anterior a una gala benéfica y nunca regresó a casa.
Se realizó investigación durante seis meses, pero no se encontraron pistas concretas. El caso quedó abierto sin resolver. El detective pidió el expediente completo y la dirección actual de Edmundo Herrera. Luego regresó con el gerente del hotel. Aquí están los documentos que pidió, dijo Méndez
entregándole una caja con archivos.
Sandoval revisó la lista de invitados. Encontró el nombre. Mesa 15. Valeria Herrera Montenegro. acompañante de Rodrigo Salinas Garza. ¿Quién es Rodrigo Salinas Garza? Preguntó el hijo del licenciado Patricio Salinas, dueño de constructora Salinas. Es una familia muy respetada aquí en Monterrey.
Sandoval continuó revisando. La lista de empleados que trabajaron esa noche incluía 22 meseros, ocho cocineros, seis personal de seguridad y cuatro coordinadores de eventos. Alguno de estos empleados sigue trabajando aquí. Déjeme ver, dijo Méndez revisando nombres. Sí, Carmen Rodríguez, la
coordinadora de eventos. Ella lleva 12 años con nosotros.
Necesito hablar con ella. Carmen Rodríguez llegó a la oficina 20 minutos después. Era una mujer de 48 años vestida impecablemente. Carmen, recuerda la gala de la Fundación Esperanza del 12 de noviembre de 1999. Por supuesto, fue uno de nuestros eventos más exitosos. Recaudamos más de 2 millones de
pesos para la fundación. Sandoval le mostró la foto de Valeria. Recuerda haber visto a esta joven esa noche.
Carmen estudió la imagen cuidadosamente. Sí, la recuerdo. Estaba en la mesa 15 con un joven alto, moreno, muy bien vestido. Eran una pareja muy guapa. Los vio durante toda la noche. Vi que llegaron como a las 8. Después los vi bailando como a las 10, pero no recuerdo haberlos visto cuando se acabó
el evento, como a las 12. Es normal que los invitados se vayan antes de que termine.
Algunos sí se van temprano, especialmente las parejas jóvenes. Sandoval guardó la cartera en una bolsa de evidencia. Carmen, ¿hubo algún incidente inusual esa noche? ¿Algo que le haya llamado la atención? Carmen pensó por un momento. Bueno, si hubo algo.
Como a las 11 de la noche, el personal de seguridad tuvo que revisar el jardín trasero porque alguien activó la alarma de esa área. ¿Qué encontraron? Dijeron que probablemente fue un gato o algo así, pero estuvieron como media hora revisando. El detective anotó esta información. ¿Quién estaba a
cargo de la seguridad esa noche? La empresa Seguridad Total. El jefe era un señor llamado Raúl Vega.
Esa empresa sigue prestando servicios al hotel. Méndez intervino. No, detective. Cambiamos de empresa de seguridad en el 2001. Sandoval revisó nuevamente el recibo encontrado en la cartera. Tenía un sello que decía pagado. RVG 2345s. ¿Qué significan estas iniciales RVG? Carmen y Méndez se miraron.
No tengo idea dijo Méndez.
Nuestros recibos normalmente no llevan iniciales, a menos que, dijo Carmen, sean las iniciales de quien autorizó algún pago especial o servicio adicional. Sandoval decidió que era momento de visitar a Edmundo Herrera. Había pasado 7 años desde que su hija desapareció y ahora tenían la primera pista
sólida.
El Banco del Norte se encontraba en el centro de Monterrey, en un edificio de 20 pisos. Sandoval se presentó en la recepción. Necesito hablar con el licenciado Edmundo Herrera sobre un caso policial. La recepcionista, después de hacer una llamada, lo dirigió al piso 18. Edmundo Herrera era un
hombre de 58 años de estatura media, cabello canoso y vestido con un traje azul marino impecable.
Su oficina tenía vista panorámica de la ciudad. Detective Sandoval, ¿hay noticias sobre mi hija? Señor Herrera. Encontramos la cartera de su hija enterrada en el jardín del hotel Ambasador. Los ojos de Herrera se llenaron de lágrimas.
¿Dónde exactamente? En el jardín trasero del hotel, bajo una jardinera que llevaba años sin moverse. Detective, desde el día que desapareció Valeria, no he tenido un momento de paz. Esto significa que, señor Herrera, todavía es muy temprano para conclusiones, pero necesito que me cuente exactamente
qué pasó la noche del 12 de noviembre de 1999. Herrera se sentó y suspiró profundamente.
Valeria había sido invitada por Rodrigo Salinas a la gala benéfica. Yo conocía a la familia Salinas desde hacía años. Son gente respetable. Le dije que podía ir. ¿A qué hora salió de casa? Como a las 7 de la tarde, Rodrigo pasó por ella en su carro, un BMW azul, si mal no recuerdo, cuando se dio
cuenta de que no había regresado.
Al día siguiente, como a las 10 de la mañana, Valeria siempre desayunaba conmigo antes de ir a clases. Cuando no bajó, fui a su cuarto y vi que su cama no había sido utilizada. ¿Qué hizo después? Inmediatamente llamé a Rodrigo. Él me dijo que había dejado a Valeria en la puerta de la casa como a
las 12:30 de la noche. ¿Le creyó en ese momento? Sí. ¿Por qué habría de mentir? Pero cuando mi hija no apareció en todo el día, llamé a la policía.
¿Qué le dijo la policía en esa época? Investigaron durante meses, hablaron con Rodrigo varias veces, revisaron el hotel, entrevistaron a empleados, pero nunca encontraron nada concreto. Sandoval tomó notas detalladas. Su hija tenía enemigos, ¿pas alguien? Valeria era una muchacha ejemplar.
Estudiaba administración de empresas. Tenía buenas calificaciones, muchos amigos. Nunca tuvo problemas serios.
¿Usted tiene enemigos de negocios que pudieran haber querido hacerle daño a través de su hija? Herrera dudó un momento. Detective, en el mundo bancario siempre hay competencia y tensiones, pero nunca imaginé que alguien pudiera hacerle daño a Valeria. ¿Hubo algún problema específico en 1999 con
algún cliente o competidor? Bueno, sí.
Ese año tuvimos un problema grande con unos créditos que otorgamos a constructoras salinas. Había un desacuerdo sobre las garantías. Sandoval levantó la vista de su libreta Constructora Salinas, la empresa del papá de Rodrigo. Exactamente. Patricio Salinas debía al banco 12 millones de pesos. Había
retraso en los pagos y yo había autorizado que se iniciaran procedimientos de cobranza. Esto causó tensión entre las familias.
Algunos roces, sí, pero yo separaba siempre los negocios de las relaciones personales. Patricio y yo seguíamos siendo cordiales. Rodrigo sabía del problema financiero de su familia. Supongo que sí. Los jóvenes de esas familias siempre están al tanto de los negocios familiares. Sandoval cerró su
libreta. Señor Herrera, voy a reabrir oficialmente la investigación.
Necesitaré que me proporcione todas las fotografías que tenga de Valeria y cualquier información adicional que pueda recordar. Detective, haré todo lo que sea necesario para saber qué le pasó a mi hija. Mientras salía del banco, Sandoval reflexionaba sobre la información obtenida. Una cartera
enterrada por 7 años, un novio cuya familia tenía problemas financieros con el padre de la víctima y un incidente de seguridad justo en el área donde apareció la evidencia.
Su próximo paso sería localizar a Rodrigo Salinas Garza y al exfe de seguridad Raúl Vega. Después de 7 años de silencio, alguien tendría que empezar a hablar. El detective Sandoval llegó temprano a las oficinas de la Policía Ministerial para revisar el expediente completo de Valeria Herrera
Montenegro. El archivo guardado durante 7 años contenía 247 páginas de testimonios, fotografías y reportes de investigación.
El detective original del caso había sido José Luis Morales, quien se había jubilado en 2003. Sandoval decidió llamarlo José Luis. Soy Miguel Sandoval. Estoy revisando un caso tuyo de 1999, La desaparición de Valeria Herrera. Ah, la hija del banquero. Ese caso me quitó el sueño por meses, respondió
Morales por teléfono. Hay nuevos desarrollos.
Apareció su cartera enterrada en el hotel donde fue vista por última vez. ¿Qué recuerdas del caso? Era una muchacha ejemplar sin enemigos conocidos. El novio, Rodrigo Salinas parecía sincero cuando decía que la había dejado en su casa, pero algo no me cuadraba. ¿Qué específicamente? El muchacho
cambió su versión varias veces sobre los horarios.
Primero dijo que salieron del hotel a las 12, después dijo que a las 12:30, luego que había sido antes. Sandoval revisó los testimonios mientras hablaba. Veo que lo interrogaste cuatro veces. Exacto. Y en cada interrogatorio agregaba detalles que no había mencionado antes. Eso me hacía sospechar,
pero nunca pude probar nada concreto. Investigaste a la familia Salinas.
Por supuesto, Patricio Salinas era un constructor respetado, miembro del club industrial, amigo de políticos importantes. Su hijo Rodrigo estudiaba ingeniería, buenas calificaciones, no tenía antecedentes. ¿Sabías del conflicto financiero entre las familias? Sí, pero Edmundo Herrera insistía en que
eso no tenía nada que ver. Dijo que eran problemas de negocios normales.
Sandoval continuó revisando el archivo. Veo que también investigaste al personal del hotel. Entrevistamos a todos los empleados que trabajaron esa noche. Nadie había visto nada inusual. Revisamos las cámaras de seguridad, pero curiosamente la grabación de esa noche tenía problemas técnicos.
¿Qué tipo de problemas? La cinta del sistema principal había sido dañada accidentalmente, según el jefe de seguridad de esa época. Solo funcionaron las cámaras del lobby principal. Sandoval anotó esta información. ¿Quién era el jefe de seguridad? Raúl Vega de la empresa Seguridad Total. Lo
interrogué varias veces.
Parecía nervioso, pero atribuí eso a que era la primera vez que tenía que lidiar con una investigación policial. ¿Qué más recuerdas de él? Era un exmitar. Había trabajado en seguridad privada por años. Sus referencias eran impecables, pero había algo en su comportamiento que no me convencía
completamente. Después de colgar, Sandoval decidió buscar la dirección actual de Raúl Vega.
Según los registros, vivía en la colonia Mitra Centro y trabajaba como vigilante en una empresa de autopartes. A las 10:30 am, Sandoval llegó a Autopartes González, una empresa mediana en la zona industrial de Monterrey. En la recepción preguntó por Raúl Vega. Está en su ronda de supervisión, dijo
la recepcionista. Es urgente.
Soy detective de la policía ministerial. Necesito hablar con él sobre un caso. Raúl Vega apareció 15 minutos después. Era un hombre de 50 años, fornido, con bigote negro y una cicatriz pequeña en la mejilla izquierda. Detective, ¿en qué puedo ayudarle? Necesito hablar con usted sobre la noche del
12 de noviembre de 1999 cuando trabajaba en el hotel Ambasador.
Vega se puso visiblemente tenso esa noche. Sí, recuerdo la muchacha que desapareció. ¿Podemos hablar en privado? Se dirigieron a una oficina pequeña. Sandoval abrió su libreta. Cuénteme exactamente qué pasó esa noche. Bueno, fue un evento grande, con mucha gente importante. Nosotros estábamos
pendientes de que todo saliera bien.
¿Recuerda algún incidente específico? Vega dudó. Sí, como a las 11 de la noche se activó la alarma del jardín trasero. Fui con dos de mis muchachos a revisar. ¿Qué encontraron? Al principio nada. Pero después encontramos un zapato de mujer cerca de la jardinera grande. Sandoval levantó la vista. Un
zapato de mujer. Eso no está en el reporte oficial.
No, porque Vega se puso más nervioso. Porque mi jefe me dijo que no lo reportáramos. Su jefe, ¿quién era su jefe? El gerente del hotel, Arturo Méndez, me dijo que no quería problemas con los clientes importantes. ¿Qué hicieron con el zapato? Méndez me dijo que lo guardáramos en caso de que alguien
lo reclamara. Y alguien lo reclamó. Vega negó con la cabeza. Nunca.
Después, cuando llegó la policía al día siguiente, Méndez me dijo que no mencionara el zapato porque podría crear confusión innecesaria. Sandoval sintió que finalmente tenía una pista sólida. ¿Todavía tiene ese zapato, “No, detective. Méndez me ordenó que lo desapareciera después de unos meses
cuando ya no había investigación activa.
¿Cómo era el zapato? Era un zapato elegante de tacón alto color negro, marca italiana. Se veía caro, ¿recuerda la marca exacta? Prada, creo, o algo así. Sandoval continuó tomando notas. Había tierra fresca en el área donde encontraron el zapato. Sí, como si alguien hubiera estado cabando. Pero
Méndez dijo que habían estado trabajando en el jardín durante el día.
¿Usted vio trabajos de jardinería ese día? Vega dudó nuevamente. Ahora que lo menciona, no recuerdo haber visto jardineros ese día. ¿Por qué no le dijo esto al detective original? Detective, yo tenía una familia que mantener. Méndez me amenazó con despedirme si hablaba y después me ofreció un bono
extra por mantener la boca cerrada. ¿Cuánto le pagó? 5000 pes. Para mí era mucho dinero en esa época. Sandoval cerró su libreta.
¿Está dispuesto a testificar oficialmente sobre esto? Sí, detective. He vivido con esta culpa durante 7 años. Es hora de decir la verdad. ¿Hay algo más que no haya mencionado? Vega pensó por un momento. Sí. Esa noche vi al joven Rodrigo Salinas hablando muy intensamente con Patricio Salinas cerca de
los baños.
Como a las 10:30 parecían estar discutiendo. Escuchó de qué hablaban. No exactamente, pero escuché que mencionaban algo sobre el banco y problemas. los vio después de esa conversación. Vi a don Patricio hasta el final del evento, pero a Rodrigo no lo volví a ver después de las 11. Después de
obtener una declaración formal de Vega, Sandoval se dirigió nuevamente al hotel Ambasador.
Esta vez tenía preguntas específicas para Arturo Méndez. Méndez estaba en su oficina revisando facturas cuando llegó el detective. Señor Méndez, necesito hacerle algunas preguntas adicionales sobre la noche del 12 de noviembre de 1999. Por supuesto, detective, aunque ya le dije todo lo que
\
recordaba. ¿Por qué le ordenó a Raúl Vega que no reportara el zapato que encontraron en el jardín? Méndez se quedó pálido.
¿De qué zapato habla? El zapato de mujer que encontraron cerca de donde apareció la cartera de Valeria Herrera. Detective, yo no recuerdo ningún zapato. Raúl Vega está dispuesto a testificar que usted le ordenó ocultar evidencia y después le pagó para que mantuviera silencio. Méndez se puso de pie
y comenzó a caminar nerviosamente por la oficina.
Detective, usted no entiende. En ese tiempo el hotel estaba pasando por una crisis financiera. Un escándalo habría sido desastroso. Entonces sí recuerda el zapato. Sí, pero parecía algo sin importancia. Solo un zapato perdido, sin importancia cuando había una muchacha desaparecida. Detective, yo no
sabía en ese momento que ella había desaparecido.
Eso lo supimos hasta el día siguiente. Sandoval se sentó frente al escritorio de Méndez. ¿Quién le sugirió que ocultara evidencia? Nadie me lo sugirió. Fue mi decisión. No habló con nadie más sobre este asunto. Méndez dudó demasiado tiempo. No fue decisión mía. Patricio Salinas le pidió que
mantuviera silencio.
Patricio Salinas, ¿por qué habría de pedirme eso? Porque es uno de sus clientes más importantes y porque su hijo era la última persona que había visto a la víctima. Detective, don Patricio es un hombre respetable. Jamás me pediría algo así. Pero usted sí habló con él sobre el incidente. Bueno, sí.
Le mencioné que había habido un pequeño problema con la alarma, pero nada más.
Y él que le dijo que era mejor no crear problemas innecesarios, que ya bastante tenía su familia con los rumores. Sandoval anotó esta información. ¿Qué rumores? Bueno, ya se sabía en algunos círculos sobre los problemas financieros de su constructora.
¿Usted sabía que constructora Salinas le debía dinero al padre de la víctima? Eso se supo después. En el mundo de los negocios de Monterrey todos se conocen. ¿Le parece casualidad que el hijo del deudor fuera el novio de la hija del acreedor? Méndez se sentó nuevamente. Detective, no había pensado
en eso en esos términos. Patricio Salinas le ha dado trabajo a su hotel después de 1999.
Sí, varios eventos familiares y de negocios. Es buen cliente, excelente. Siempre paga bien y a tiempo. Sandoval cerró su libreta. Señor Méndez, voy a necesitar que venga a declarar formalmente sobre todo lo que me ha contado. Es obligatorio. Sí. Y le recomiendo que me diga toda la verdad, porque
ocultamiento de evidencia es un delito grave.
Cuando Sandoval salió del hotel, tenía una imagen más clara de lo que pudo haber pasado esa noche. Un zapato perdido, evidencia ocultada, conversaciones sospechosas entre padre e hijo y conflictos financieros entre las familias. Su próximo paso era localizar a Rodrigo Salinas Garza. Según la
información que tenía, ahora trabajaba en la constructora familiar y vivía en San Pedro Garza García.
El tiempo de esperar respuestas había terminado. Después de 7 años, alguien iba a tener que explicar qué había pasado realmente con Valeria Herrera Montenegro. La noche del 12 de noviembre de 1999, las oficinas de constructoras Salinas ocupaban un edificio moderno de cinco pisos en la zona más
exclusiva de San Pedro Garza García.
Sandoval llegó sin cita previa, esperando encontrar a Rodrigo Salinas desprevenido. La recepcionista, una joven elegantemente vestida, le informó que el ingeniero Salinas estaba en una junta. Sandoval mostró su placa. Es un asunto oficial de la policía ministerial. 20 minutos después, Rodrigo
Salinas apareció en el lobby. Ahora tenía 30 años.
Había ganado peso y usaba lentes. Su traje gris costoso y sus zapatos italianos reflejaban una posición económica consolidada. Detective, ¿en qué puedo ayudarle? Necesito hablar con usted sobre Valeria Herrera Montenegro. El rostro de Rodrigo se endureció. Creí que ese caso estaba cerrado. Los
casos de personas desaparecidas nunca se cierran.
¿Podemos hablar en privado? se dirigieron a la oficina de Rodrigo, que tenía vista a las montañas de la Sierra Madre Oriental. Las paredes estaban decoradas con reconocimientos y fotografías de proyectos de construcción.
¿Ha habido algún desarrollo en el caso?, Shy preguntó Rodrigo, aparentemente tratando de mantener la calma. Encontramos la cartera de Valeria enterrada en el jardín del hotel Ambasador. Rodrigo se quedó inmóvil por varios segundos. su cartera, exactamente en el lugar donde la alarma se activó la
noche que usted salió con ella. Detective, yo ya declaré todo lo que sabía hace 7 años. Sandoval abrió su libreta.
Me gustaría que repitiera su versión de los hechos. Busqué a Valeria en su casa como a las 7:30. Fuimos al hotel, cenamos, bailamos y como a las 12:30 la llevé de regreso a su casa. Ella entró a su casa. Sí. La vi entrar por la puerta principal. Usted se quedó hasta verla entrar. Por supuesto, era
un caballero. Sandoval revisó las declaraciones originales.
En su primera declaración dijo que salieron del hotel a las 12. En la segunda dijo que a las 12:30. En la tercera dijo que habían salido antes porque ella se sentía mal. Detective, han pasado 7 años. Es normal que los detalles se confundan. Se confunde también el haber visto el zapato de Valeria en
el jardín del hotel. Rodrigo se puso pálido.
¿De qué zapato habla? El zapato que el personal de seguridad encontró después de que se activara la alarma. Yo no sé nada de ningún zapato. ¿No es cierto que usted y Valeria tuvieron una discusión esa noche? No, detective, todo estuvo muy bien entre nosotros. ¿No es cierto que discutieron sobre los
problemas financieros entre su familia y la de ella? Rodrigo se levantó de su silla.
Detective, mi vida personal y familiar no tiene nada que ver con la desaparición de Valeria. ¿No le parece extraño que justo cuando su padre tenía una deuda importante con el banco del señor Herrera, usted empezara a salir con su hija? Valeria y yo nos conocimos en la universidad. Nuestro noviazgo
no tenía nada que ver con negocios. ¿Cuánto tiempo llevaban saliendo? Como se meses.
Era una relación seria. Rodrigo dudó. Sí, bueno, éramos jóvenes. Era difícil saber qué tan seria era. Tenían planes de matrimonio. No habíamos llegado a ese punto. Sandoval cambió de estrategia. ¿Qué recuerda de la conversación que tuvo con su padre esa noche en el hotel? ¿Cuál conversación? La
conversación que tuvieron cerca de los baños, como a las 10:30 donde parecían estar discutiendo.
Rodrigo se puso aún más nervioso. No recuerdo ninguna conversación específica. Saludamos a muchas personas esa noche. Un testigo dice que parecían estar discutiendo sobre el banco y problemas. Detective, si hablamos del banco fue porque mi padre conocía al señor Herrera desde hacía años. Hablaron de
la deuda.
Posiblemente se mencionó, pero eran asuntos de adultos. Yo no me metía en los negocios de mi papá, pero sí sabía de los problemas financieros de su familia. Sabía que había algunos retrasos en pagos, pero nada grave. Sandoval se acercó más a Rodrigo. ¿Dónde estuvo usted entre las 11 y las 12:30 de
la noche con Valeria bailando y conversando todo el tiempo? Bueno, tal vez fui al baño una o dos veces. Valeria lo acompañó al baño.
No, por supuesto que no. Entonces hubo momentos en que estuvieron separados. Detective, esto me parece un interrogatorio injustificado. Valeria aparecía preocupada o molesta por algo esa noche. Rodrigo dudó demasiado tiempo antes de responder. No especialmente. ¿Qué significa no especialmente?
Bueno, tal vez estaba un poco tensa por conocer a tanta gente importante. O tal vez estaba tensa por la conversación que usted tuvo con su padre.
Detective, ya le dije que no recuerdo ninguna conversación específica. Sandoval decidió presionar más. ¿Por qué nunca intentó contactar a la familia Herrera después de la desaparición de Valeria? ¿A qué se refiere? Ni usted ni su familia expresaron condolencias, preguntaron por las investigaciones
o ofrecieron ayuda para buscarla.
Detective, estábamos muy afectados por lo sucedido. Tan afectados que nunca preguntaron si había noticias. No quería molestar a la familia en su dolor o no quería que siguieran haciendo preguntas. Rodrigo se dirigió hacia la puerta. Detective, creo que esta conversación ha llegado a su límite. Una
pregunta más, ¿dónde guardó usted su automóvil esa noche? Mi automóvil, el BMW azul en el que llevó a Valeria en el estacionamiento del hotel como todos los invitados.
No lo movió en ningún momento durante la noche. No, ¿para qué habría de moverlo? Nunca salió del hotel con Valeria durante el evento. No, detective, ya le dije que salimos hasta el final. Sandoval guardó su libreta. Ingeniero Salinas, voy a necesitar que venga a declarar formalmente en las próximas
48 horas. Es obligatorio. Sí. Y le sugiero que venga con un abogado.
Cuando Sandoval salió del edificio, llamó a su oficina para que iniciaran vigilancia discreta sobre Rodrigo Salinas. También pidió que investigaran los movimientos bancarios de la familia Salinas entre noviembre de 1999 y marzo de 2000. Su siguiente parada era la casa de Patricio Salinas, ubicada
en una de las zonas más exclusivas de San Pedro Garza García.
La casa era una mansión de estilo mediterráneo con jardines extensos y seguridad privada. El guardia en la entrada le informó que el señor Salinas no estaba disponible. Soy detective de la policía. es un asunto oficial. El guardia hizo una llamada telefónica y después le permitió el acceso.
Patricio Salinas era un hombre de 62 años de aspecto distinguido, vestido con ropa casual pero costosa. Los recibió en una sala elegantemente decorada.
Detective, ¿en qué puedo ayudarle, “Señor Salinas? Estoy investigando la desaparición de Valeria Herrera Montenegro. Ah, sí. Una tragedia terrible. Una muchacha encantadora. La conocía bien, no mucho. La vi algunas veces cuando venía a visitar a Rodrigo. ¿Qué opina usted de la relación entre su
hijo y Valeria? Era una muchacha educada, de buena familia. Me parecía una buena influencia para Rodrigo.
No le preocupaba que fuera la hija de Edmundo Herrera. Patricio frunció el seño. ¿Por qué habría de preocuparme? Por los problemas financieros que tenía su empresa con el banco del señor Herrera. Detective, los negocios son negocios. Las relaciones personales son otra cosa. No temía que la relación
entre los jóvenes complicara las negociaciones bancarias.
Al contrario, pensé que podría ayudar a que Edmundo fuera más comprensivo con nuestras dificultades temporales. Sandoval anotó esta respuesta. Habló con su hijo sobre usar la relación para beneficio de la empresa. Por supuesto que no. Rodrigo tenía derecho a salir con quien quisiera. ¿Recuerda la
noche de la gala benéfica en el hotel Ambasador? Sí.
Fue un evento muy exitoso. Recuerda haber conversado con su hijo esa noche. Conversamos brevemente, como es normal. ¿De qué hablaron? Cosas generales, el evento, Conocidos que estaban presentes. No hablaron sobre los problemas con el banco. Patricio dudó. Posiblemente se mencionó el tema. Le pidió
a su hijo que hablara con Valeria sobre interceder con su padre. Detective, eso sería completamente inapropiado.
Pero lo pensó. Nunca haría algo así. ¿Qué recuerda del final de la noche? Me despedí de varios conocidos y me fui a casa como a las 12:30. Vio salir a su hijo con Valeria. No específicamente. Había mucha gente saliendo al mismo tiempo. Su hijo llegó a casa esa noche. Sí, llegó como a la 1 de la
mañana.
¿Hablaron cuando llegó? Solo brevemente le pregunté si se había divertido y me dijo que sí. No mencionó ningún problema. No, ninguno. Sandoval se preparó para la pregunta crucial. Su hijo parecía nervioso o preocupado. Patricio tardó en responder, tal vez un poco cansado. Había sido una noche
larga. ¿No le pidió consejo sobre algún problema? No recuerdo nada específico.
Señor Salinas, ¿alguna vez le pidió al gerente del hotel Ambasador que no reportara algo sobre esa noche? ¿Por qué habría de hacer eso? Para proteger la reputación de su familia. Detective, mi familia no ha hecho nada que requiera protección. Sandoval cerró su libreta. Señor Salinas, es posible que
necesite que venga a declarar oficialmente.
Estaré disponible cuando sea necesario. Mientras regresaba a su oficina, Sandoval reflexionó sobre las entrevistas del día. Tanto Rodrigo como Patricio habían mostrado nerviosismo y había inconsistencias en sus versiones. La historia sobre la conversación entre padre e hijo y el ocultamiento del
zapato indicaban que había más de lo que admitían.
ya tenía suficiente información para considerar a los Salinas como sospechosos principales. Su próximo paso sería obtener órdenes de cateo y buscar más evidencia física que pudiera relacionarlos directamente con la desaparición de Valeria. El caso, que había estado dormido por 7 años finalmente
estaba empezando a revelar sus secretos.
El detective Sandoval había pasado dos días investigando los antecedentes financieros de constructoras salinas y había descubierto información preocupante. La empresa no solo tenía una deuda con el Banco del Norte, sino que había estado al borde de la bancarrota en noviembre de 1999. Su asistente,
la detective Laura Jiménez, llegó con documentos adicionales.
Miguel, encontré algo interesante en los registros del banco, dijo Laura. La deuda de constructora Salinas era de 12 millones de pesos, pero había una cláusula especial en el contrato. ¿Qué tipo de cláusula? Si no pagaban antes del 15 de noviembre de 1999, el banco podía ejecutar inmediatamente
todas las garantías, incluyendo propiedades personales de Patricio Salinas.
Sandoval revisó los documentos, o sea, que tenían tres días después de la gala para pagar o perder todo. Exactamente. Y aquí viene lo interesante. El 16 de noviembre, un día después del vencimiento, se depositó en la cuenta de constructoras Salinas la cantidad exacta necesaria para cubrir la deuda.
¿De dónde vino ese dinero? de una cuenta en las islas Caimán, registrada a nombre de una empresa fantasma llamada Inversiones del Golfo. Pudiste rastrear quién controla esa empresa. Estoy trabajando en eso, pero requiere cooperación internacional. Va a tomar tiempo. Sandoval analizó la información.
O sea, que tres días después de que desaparece Valeria, mágicamente aparecen 12 millones de pesos para salvar a los Salinas. Y hay más, continuó Laura.
Revisé los registros de llamadas telefónicas de la familia Salinas. El 13 de noviembre, el día que Valeria fue reportada como desaparecida, Patricio Salinas hizo 16 llamadas telefónicas a números no identificados. Números locales, algunos locales, otros de la Ciudad de México y tres
internacionales.
¿Pudiste identificar algunos? Dos de los números de México corresponden a despachos de abogados especializados en derecho penal. Sandoval se reclinó en su silla. Los Salinas se estaban preparando para algo. Su teléfono sonó. Era Roberto Elisalde, el mesero que había encontrado la cartera.
Detective, recordé algo importante.
Ayer estuve platicando con mi hermano y me acordé de algo que vi esa noche. ¿Qué vio? Yo trabajé tiempo extra esa noche, hasta como las 2 de la mañana ayudando a limpiar. Como a la 1:30 vi un carro azul estacionado en la parte trasera del hotel, cerca del jardín. Un carro azul. Sí, un BMWB azul.
Había dos personas adentro, pero no pude ver quiénes eran porque estaba oscuro. ¿Por qué no mencionó esto antes? Detective, han pasado 7 años y recordé hasta ahora. Además, en ese tiempo yo no sabía que la muchacha había desaparecido. ¿Vio salir a las personas del carro? No, porque mi jefe me dijo
que me fuera a casa, pero el carro seguía ahí cuando me fui.
Sandoval anotó esta información. ¿Está seguro de que era un BMW azul? Sí, detective, tengo buen ojo para carros. Después de colgar, Sandoval le pidió a Laura que verificara si Rodrigo Salinas había reportado algún problema con su automóvil en las semanas posteriores a la desaparición. “Ya lo
verifiqué”, respondió Laura.
El 18 de noviembre de 1999, 5 días después de la desaparición, Rodrigo llevó su BMW a un taller especializado para limpieza profunda de tapicería y alfombras. Limpieza profunda, sí. Y pagó en efectivo. El recibo especifica remoción de manchas difíciles. ¿Tienes la dirección del taller? Sí, pero hay
un problema.
El taller cerró en el 2001 y el dueño murió en un accidente el año pasado. Sandoval decidió que era momento de obtener una orden de cateo para las propiedades de los Salinas. Con la información que tenía, un juez podría autorizar la búsqueda. Esa tarde, el juez Ramón Castillo revisó la evidencia
presentada.
Detective Sandoval, la evidencia circunstancial es fuerte, pero necesito algo más concreto para autorizar el cateo de una familia tan prominente. Su señoría, tenemos la cartera enterrada, el zapato ocultado, las inconsistencias en las declaraciones, el dinero misterioso y ahora el testimonio del
automóvil. ¿Han encontrado el cuerpo, no, señor.
¿Tienen algún testigo directo del crimen? No directamente evidencia física que conecte a los Salinas con la víctima esa noche, además de ser el novio oficial. No. El juez Castillo cerró el expediente. Detective, necesita más evidencia antes de que pueda autorizar el cateo. Busque testigos
adicionales o evidencia física más contundente. Sandoval salió frustrado de la oficina del juez. Necesitaba más información y había una persona que no había contactado todavía.
Carmen Rodríguez, la coordinadora de eventos del hotel, esa tarde visitó a Carmen en su casa en la colonia del Valle. Carmen, necesito que me cuente todo lo que recuerda de esa noche, por más insignificante que parezca. Detective, ya le dije todo lo que recordaba. ¿Notó algún comportamiento extraño
en Valeria durante la noche? Carmen pensó cuidadosamente.
Ahora que lo menciona, sí noté algo. Como a las 10 la vi hablando por teléfono celular cerca del lobby. Parecía preocupada. Los teléfonos celulares eran comunes en 1999, no mucho, especialmente entre jóvenes. Me llamó la atención porque el teléfono era muy pequeño y elegante. ¿Escuchó algo de la
conversación? No, pero vi que tomó notas en un papel. ¿Qué hizo con el papel? lo guardó en su cartera.
Sandoval sintió un momento de excitación. Si Valeria había escrito algo en un papel esa noche, podría estar en la cartera que encontraron. Carmen vio a Valeria después de esa llamada. Sí, regresó a su mesa, pero ya no se veía tan contenta como antes. Habló con Rodrigo sobre la llamada. Sí, los vi
hablando.
Rodrigo parecía estar tratando de tranquilizarla. Y después, como a las 11, los vi dirigirse hacia el jardín trasero. Hacia el jardín, ¿está segura? Sí. Fueron caminando por el pasillo que lleva a la terraza trasera. ¿Los siguió? No, tenía que atender otros invitados. ¿Los vio regresar? Carmen
dudó. Ahora que me pregunta, no recuerdo haberlos visto regresar juntos.
¿Vio a Rodrigo después? Sí, lo vi como a las 12:15, pero estaba solo. Le preguntó dónde estaba Valeria. Le pregunté si necesitaba algo y me dijo que Valeria había ido al baño, pero la vio salir del baño. No, detective. Después de eso no la volví a ver. Sandoval tenía una nueva línea de
investigación. Si Valeria y Rodrigo habían ido juntos al jardín trasero y solo Rodrigo había regresado, eso explicaría por qué el zapato y la cartera habían aparecido en esa área.
Carmen, ¿hay algo más que recuerde de esa noche? Bueno, sí, como a las 12:30 había Patricio Salinas hablando muy seriamente con Arturo Méndez en la recepción. ¿De qué hablaban? No escuché, pero Méndez parecía estar recibiendo instrucciones. Y después, don Patricio se fue del hotel, pero Méndez se
quedó hasta muy tarde supervisando la limpieza. Sandoval ahora tenía una cronología más clara.
Valeria y Rodrigo habían ido al jardín como a las 11. Solo Rodrigo había regresado, la alarma se había activado, encontraron el zapato y Patricio Salinas había hablado con el gerente antes de irse. Su siguiente paso era regresar a examinar detalladamente la cartera de Valeria. Tal vez había pasado
algo por alto.
En el laboratorio forense, el técnico Mario Espinoza había terminado de procesar la cartera. Detective, encontramos algunas cosas interesantes, como que primero la cartera estuvo enterrada exactamente 7 años. La descomposición es consistente con ese periodo. Y segundo, encontramos restos de un
papel dentro de la cartera.
Está muy deteriorado, pero pudimos recuperar algunas palabras. Espinoza le mostró una fotografía ampliada. Puede leer banco, amenaza y lo que parece ser papá. ¿Algo más? Sí, encontramos fibras de tela que no corresponden a la cartera ni a su contenido original. ¿Qué tipo de fibras? Fibras de seda de
alta calidad, color azul marino, probablemente de un traje costoso. ¿Cómo el traje que usaría un hombre en una gala elegante? Exactamente.
Sandoval sintió que las piezas del rompecabezas estaban empezando a encajar. Tenía la cronología, las inconsistencias en las declaraciones, la evidencia física y ahora fibras que podrían conectar directamente a Rodrigo con la cartera de Valeria. Era momento de confrontar nuevamente a Rodrigo
Salinas, pero esta vez con evidencia más sólida.
Sandoval decidió sorprender a Rodrigo Salinas en su casa en lugar de su oficina. La residencia estaba en una zona exclusiva de San Pedro Garza García, en una calle privada con casas de estilo contemporáneo. A las 7:30 pm, cuando Rodrigo llegaba del trabajo, Sandoval estaba esperándolo en la puerta.
Detective, ¿qué hace aquí? Tengo información nueva sobre el caso de Valeria. Necesito hablar con usted. Ya le dije todo lo que sabía. En serio, también me dijo que usted y Valeria fueron juntos al jardín trasero del hotel como a las 11 de la noche. Rodrigo se quedó inmóvil. ¿De qué habla? Tengo un
testigo que los vio dirigirse juntos hacia la terraza trasera.
Detective, eso es imposible. ¿Por qué es imposible? Porque no fuimos al jardín. Entonces, el testigo está mintiendo. Rodrigo abrió la puerta de su casa. Detective, entre. No quiero que los vecinos escuchen esta conversación. La sala era elegante, pero fría, decorada con muebles modernos y arte
contemporáneo. Rodrigo se sirvió un whisky sin ofrecer nada a Sandoval.
Detective, ya no sé qué más decirle. Han pasado 7 años. ¿Sabe qué encontramos en la cartera de Valeria? ¿Qué? Restos de una nota que ella escribió esa noche. Mencionaba banco, amenaza y papá. Rodrigo se puso pálido. Eso no significa nada específico, ¿no? También encontramos fibras de un traje de
seda azul marino en la cartera.
¿De qué color era el traje que usó esa noche, detective? Muchos hombres usan trajes azules en eventos formales. Pero, ¿cuántos de esos hombres estuvieron en el jardín con Valeria? Rodrigo se levantó y comenzó a caminar nerviosamente. Detective, usted está haciendo suposiciones. También es una
suposición que su familia recibió 12 millones de pesos 3 días después de la desaparición de Valeria.
¿De qué habla? Los 12 millones que pagaron su deuda con el Banco del Norte justo después del vencimiento del plazo. Rodrigo se sentó abruptamente. Ese dinero venía de un préstamo familiar. ¿De qué familia? De las islas Caimán. Detective, los negocios de mi familia son legítimos. Sandoval se acercó.
Rodrigo, voy a ser directo con usted.
Tengo evidencia suficiente para arrestarlo como sospechoso principal en la desaparición de Valeria Herrera. Pero si me dice la verdad ahora, tal vez podamos llegar a un acuerdo. ¿Qué tipo de acuerdo? Depende de qué me diga. Rodrigo permaneció en silencio durante varios minutos. Finalmente habló.
Detective, esa noche no salió como estaba planeado.
¿Qué estaba planeado? Mi padre Mi padre me pidió que hablara con Valeria sobre el problema del banco. ¿Qué le pidió exactamente que hiciera? Que le pidiera a Valeria que intercediera con su papá para conseguir una prórroga del préstamo. Y usted accedió, “Detective, mi familia estaba a punto de
perder todo. Mi padre dijo que era nuestra única esperanza.” ¿Qué pasó cuando le pidió eso a Valeria? se puso furiosa.
Me dijo que cómo era posible que yo usara nuestro noviazgo para beneficio de mi familia. Y entonces tuvimos una discusión muy fuerte. Ella amenazó con contarle todo a su padre, por eso la llevó al jardín. Yo quería que habláramos en privado, lejos de los otros invitados. Sandoval tomó notas
rápidamente. ¿Qué pasó en el jardín? Seguimos discutiendo. Ella estaba muy molesta.
me dijo que nuestro noviazgo había terminado y que le iba a decir a su padre que todo había sido calculado. Y luego Rodrigo se quedó callado durante largo tiempo. Rodrigo, ¿qué pasó después? Ella se quitó los zapatos porque se le habían atorado en la tierra del jardín. Estaba tan enojada que se
dirigía hacia la puerta trasera para llamar un taxi.
¿Y usted qué hizo? Traté de detenerla. Le dije que si le contaba a su padre, mi familia estaría arruinada. cómo trató de detenerla. La tomé del brazo, pero ella me empujó y gritó que me dejara en paz. ¿Había alguien más en el jardín? Sí, mi padre apareció. Había visto que salimos y vino a
buscarnos. ¿Qué hizo su padre? Le pidió a Valeria que fuera razonable, que era solo una prórroga. No le estábamos pidiendo que regalara dinero.
Ella aceptó. No le dijo a mi padre que él había criado a un hijo manipulador y que pensaba contarle todo a su papá. Al día siguiente, Sandoval sintió que estaba llegando al momento crucial. ¿Qué pasó entonces? Mi padre se puso muy nervioso. Le dijo que no podía hacer eso, que arruinaría a mucha
gente inocente.
Que respondió Valeria, que no le importaba, que había sido una tonta al confiar en mí. Y después Rodrigo comenzó a temblar. Detective, lo que pasó después no estaba planeado. ¿Qué pasó? Valeria empezó a caminar hacia la puerta. Mi padre la siguió. Yo me quedé recogiendo sus zapatos. Su padre siguió
a Valeria. Sí. Y siguieron discutiendo. Escuché que le gritaba que no podía arruinar a toda nuestra familia.
Y luego escuché que Valeria le gritó que lo iba a demandar por acoso. Mi padre le dijo que se calmara. ¿Qué más escuchó? Valeria le dijo que se quitara de enfrente o gritaría pidiendo ayuda. Sandoval se acercó más. Rodrigo, ¿qué hizo su padre, detective? Mi padre no es un hombre violento. Pero,
¿qué hizo? Trató de tomar la cartera de Valeria.
Decía que tenía que revisar si había grabado la conversación con su teléfono. Valeria se resistió. Sí. se aferraba a su cartera. Decía que mi padre estaba loco. Y entonces mi padre jaló muy fuerte la cartera. Valeria perdió el equilibrio y se cayó. Se cayó. ¿Cómo? Se golpeó la cabeza contra la
jardinera grande.
Fue un accidente, detective. Mi padre solo quería revisar el teléfono. Sandoval sintió un escalofrío. ¿Qué pasó después de que se golpeó? Mi padre y yo corrimos hacia ella. Estaba inconsciente y sangraba de la cabeza. Verificaron si estaba viva. Mi padre dijo que tenía pulso, pero estaba muy débil.
Llamaron una ambulancia.
Íbamos a hacerlo, pero mi padre dijo que si llegaba la ambulancia, todo se sabría y nos arruinarían por el escándalo. Entonces, ¿qué hicieron? Rodrigo se cubrió la cara con las manos. Detective, juro que pensamos que estaba solo inconsciente. ¿Qué hicieron? Mi padre dijo que la llevaríamos a un
hospital privado y que después inventaríamos una historia sobre un accidente. ¿La movieron? Sí, la cargamos hasta mi carro.
Y luego, cuando llegamos al carro, mi padre revisó su pulso otra vez. Ya no tenía. Sandoval se quedó en silencio, procesando la confesión. Valeria había muerto. Sí, detective, pero juro que fue un accidente. ¿Qué hicieron con el cuerpo? Rodrigo tardó mucho en responder. Mi padre conocía a gente que
podía ayudarnos.
¿Qué tipo de gente? Gente que podía hacer que el cuerpo desapareciera para siempre. Y la cartera se había caído cuando la cargamos. Mi padre la enterró rápidamente bajo la jardinera y el zapato también se había quedado ahí. Mi padre le dijo al gerente del hotel que lo guardara y después lo
desapareciera. Y los 12 millones de pesos. Mi padre tuvo que pagar por el silencio y por hacer desaparecer el cuerpo. Sandoval cerró su libreta.
Rodrigo Salinas Garza queda arrestado por homicidio culposo y ocultamiento de cadáver. Detective, fue un accidente. Nunca quisimos lastimar a Valeria. Eso lo decidirá un juez. ¿Dónde está el cuerpo de Valeria? No lo sé, detective. Mi padre se encargó de todo eso. ¿Quién los ayudó? No lo sé.
Mi padre nunca me dijo los detalles. Sandoval llamó por radio para que enviaran refuerzos y una patrulla. El caso estaba finalmente resolviéndose, pero todavía faltaba encontrar el cuerpo de Valeria y arrestar a Patricio Salinas. La confesión de Rodrigo había abierto una ventana a la verdad, pero
también había revelado que había más gente involucrada en el encubrimiento. El detective sabía que la parte más difícil de la investigación apenas estaba comenzando.
Después de arrestar a Rodrigo Salinas, Sandoval se dirigió inmediatamente a la casa de Patricio Salinas, acompañado de tres patrullas. Pero cuando llegaron a la mansión de San Pedro Garza García, el guardia de seguridad les informó que el señor Salinas había salido de viaje esa misma mañana. Dijo,
¿a dónde iba?, preguntó Sandoval.
No, detective, solo me dijo que estaría fuera por unos días. Sandoval pidió a sus colegas que establecieran vigilancia en aeropuertos, centrales de autobuses y cruces fronterizos. también emitió una orden de apreensón contra Patricio Salinas por homicidio culposo y ocultamiento de cadáver. Mientras
tanto, la detective Laura Jiménez había estado investigando las llamadas telefónicas que Patricio había hecho en noviembre de 1999.
Miguel, encontré algo importante, le dijo por teléfono. Dos de los números que marcó Patricio Salinas corresponden a Funeral Hernández, una empresa que se especializaba en servicios funerarios discretos. Se especializaba. La empresa quebró en el 2002, pero el dueño Cando Hernández sigue viviendo en
Monterrey.
¿Tiene su dirección? Sí, vive en la colonia Independencia. Una hora después, Sandoval tocaba la puerta de una casa modesta en una de las colonias más antiguas de Monterrey. Cervando Hernández era un hombre de 60 años, delgado, con cabello completamente blanco. Señor Hernández, soy detective de la
policía ministerial. Hernández se puso nervioso inmediatamente.
¿En qué puedo ayudarle? Necesito hablar con usted sobre servicios que prestó en noviembre de 1999. Detective, yo siempre he trabajado de manera legal. ¿Recuerda haber recibido llamadas de Patricio Salinas en esas fechas? Hernández palideció. No, no recuerdo. Señor Hernández, tengo los registros
telefónicos.
Patricio Salinas lo llamó tres veces el 13 de noviembre de 1999. Detective, han pasado muchos años. ¿Su empresa se dedicaba solo a servicios funerarios normales? Sí. Bueno, principalmente. ¿Qué significa principalmente? Hernández invitó a Sandoval a pasar. La sala estaba modestamente decorada con
fotografías familiares en las paredes.
Detective, a veces las familias necesitaban servicios especiales. ¿Qué tipo de servicios especiales? Bueno, había casos donde las familias querían evitar publicidad o problemas legales. Se refiere a muertes que no habían sido reportadas oficialmente. Detective, yo nunca pregunté detalles. Mi
trabajo era proporcionar dignidad en momentos difíciles. Sandoval se acercó.
¿Qué servicios le proporcionó a Patricio Salinas? No le di servicios a Patricio Salinas, pero sí recibió sus llamadas. Hernández dudó. Él me consultó sobre posibilidades. ¿Qué tipo de posibilidades? Quería saber sobre cremación inmediata sin documentos oficiales. ¿Y usted qué le dijo? ¿Que eso era
ilegal y que no podía ayudarlo, pero le recomendó a alguien que sí pudiera? Hernández se quedó callado durante varios minutos.
Señor Hernández, ocultar información en una investigación de homicidio es un delito grave. Detective, le dije que contactara a Ramón Villareal. ¿Quién es Ramón Villareal? Era dueño de un crematorio en las afueras de la ciudad. Hacía trabajos especiales por dinero extra. ¿Dónde está ese crematorio?
Cerró hace 3 años. Villareal murió de cáncer en el 2004.
¿Hay alguien más que pueda tener información? Su hijo Ramón Villareal Junior trabajaba con él. Creo que vive en Guadalupe. Sandoval anotó la información. Patricio Salinas lo contactó después de esa recomendación. No, que yo sepa. Usted contactó a Villareal directamente. Le dije que posiblemente
recibiría una llamada y después nunca supe qué pasó. No era mi problema. Sandoval se dirigió inmediatamente al municipio de Guadalupe para localizar a Ramón Villareal Junior.
La dirección correspondía a una casa pequeña en una zona industrial. Ramón Junior era un hombre de 40 años. trabajaba como mecánico y tenía las manos manchadas de grasa cuando abrió la puerta. Ramón Villareal. Sí, ¿qué necesita? Soy detective. Necesito hablar con usted sobre el crematorio de su
padre. Mi padre murió hace dos años.
Lo sé. Necesito información sobre un trabajo que hizo en noviembre de 1999. Detective. Mi padre hacía muchos trabajos. Este era especial. Un hombre llamado Patricio Salinas. Ramón se puso inmediatamente nervioso. No sé de qué habla. Su padre cremó un cuerpo sin documentos oficiales. Detective, eso
es imposible. Mi padre era un hombre honesto.
¿Conoce a Patricio Salinas? No, su padre nunca le mencionó ese nombre. No, que recuerde. Sandoval decidió presionar. Ramón, tengo evidencia de que su padre participó en el encubrimiento de un homicidio. Si usted me ayuda, podría evitar cargos como cómplice. ¿Cómplice de qué? De la desaparición de
Valeria Herrera Montenegro. Ramón se sentó en una silla del patio.
Detective, mi padre nunca me contó detalles de sus trabajos especiales. Pero sí hacía trabajos especiales. Sí, a veces. Familias que querían evitar problemas con seguros o herencias. ¿Recuerda algo específico de noviembre de 1999? Recuerdo que mi padre estuvo muy nervioso durante esas fechas.
¿Por qué? Había hecho un trabajo que le preocupaba. Decía que había sido diferente a los otros. Diferente cómo no era una muerte natural. Y el cliente había pagado muchísimo dinero. ¿Cuánto dinero? Mi padre compró casa nueva en diciembre de ese año. Pagó al contado. ¿Cuánto costó la casa? como
500,000 pesos. Su padre le dijo algo específico sobre ese trabajo.
Ramón pensó cuidadosamente. Me dijo que había cremado a una muchacha joven y que las cenizas se las habían llevado. ¿Quién se llevó las cenizas? El cliente, un hombre mayor, bien vestido, lo describió. Alto, canoso, con bigote, muy elegante. Eso coincide con la descripción de Patricio Salinas.
Podría ser.
¿Su padre guardó algún registro de ese trabajo? Mi padre quemó todos los papeles de trabajos especiales antes de morir. Pero, ¿usted recuerda algo más? Sí. Mi padre me dijo que el hombre estaba acompañado de su hijo, un muchacho joven que se veía muy nervioso. Le dijo dónde pusieron las cenizas.
No, pero mi padre comentó que el hombre dijo algo sobre devolvérsela a la naturaleza donde nadie la encontrara. Sandoval sintió que estaba cerca de resolver completamente el caso. Su padre mencionó algún lugar específico? No, pero dijo que el hombre tenía acento de Monterrey y que conocía bien las
montañas, las montañas de la Sierra Madre. Supongo.
¿Hay algo más que pueda recordar? Sí. Mi padre dijo que el trabajo se hizo muy rápido, como en la madrugada. La madrugada del 13 de noviembre, posiblemente, mi padre trabajaba de noche para los casos especiales. Sandoval ahora tenía confirmación de que el cuerpo de Valeria había sido cremado la
noche de su muerte y que las cenizas habían sido dispersadas en algún lugar de la Sierra Madre Oriental.
Su próximo paso era intensificar la búsqueda de Patricio Salinas y tratar de determinar el lugar exacto donde habían esparcido las cenizas de Valeria. También necesitaba interrogar más profundamente a Rodrigo para obtener detalles sobre el paradero de su padre y cualquier información adicional
sobre el destino final de los restos de Valeria.
El caso estaba casi resuelto, pero Sandoval sabía que la familia Herrera necesitaba un cierre completo, incluyendo la recuperación de los restos de su hija para poder darle una sepultura digna. Patricio Salinas fue capturado en el aeropuerto de la Ciudad de México cuando intentaba tomar un vuelo
hacia España. Las autoridades federales lo detuvieron basándose en la orden de apreensón emitida por Sandoval.
Cuando lo trajeron de regreso a Monterrey, Sandoval se preparó para el interrogatorio más importante de su carrera. Patricio Salinas llegó esposado, vestido con un traje arrugado y con la apariencia de alguien que no había dormido en días. Su abogado, licenciado Alberto Mendoza, lo acompañaba.
Detective Sandoval, dijo el abogado, mi cliente está dispuesto a cooperar completamente, está dispuesto a confesar, está dispuesto a aclarar los hechos. El interrogatorio comenzó a las 2.000 pm en presencia del fiscal del Estado, Jaime Rodríguez Herrera. Señor Salinas, comenzó Sandoval. Su hijo ya
confesó los eventos de la noche del 12 de noviembre de 1999.
Detective, mi hijo es un buen muchacho que se vio involucrado en una tragedia. Una tragedia que usted causó. Fue un accidente terrible. Cuénteme exactamente qué pasó. Patricio suspiró profundamente. Detective. Mi empresa estaba al borde de la quiebra. Había invertido todo en un proyecto de
viviendas que no se había vendido. El banco me había dado hasta el 15 de noviembre para pagar o perdería todo, incluyendo su casa, todo, mi casa, las propiedades, los automóviles.
40 años de trabajo se iban a perder, por eso utilizó a su hijo. Le pedí que hablara con Valeria. Pensé que si ella intercedía con su padre, podríamos conseguir una prórroga de 6 meses. Y cuando Valeria se negó, me desesperé. Detective, tengo empleados, familias que dependen de mi empresa. No solo
era mi problema. ¿Qué pasó en el jardín? Valeria estaba muy enojada. Le dijo a Rodrigo que había sido un manipulador.
Después me dijo que iba a contarle todo a su padre y que además nos iba a demandar. ¿Por qué? dijo que habíamos abusado de su confianza y que eso era una especie de fraude emocional. ¿Y usted qué hizo? Le rogué que fuera comprensiva. Le expliqué que no era solo mi problema, sino el de muchas
familias trabajadoras. Ella cambió de opinión. No, se puso más furiosa.
Me dijo que yo era un hombre sin escrúpulos, que había criado un hijo igual. Entonces decidió quitarle la cartera. Patricio se quedó callado por varios minutos. Su abogado le susurró algo al oído. Detective, pensé que tal vez había grabado nuestra conversación con su teléfono celular.
En esa época la gente empezaba a hacer eso y por eso trató de quitarle la cartera. Sí, pero solo quería revisar el teléfono. ¿Qué pasó cuando usted jaló la cartera? Valeria se aferró muy fuerte. Perdí la paciencia y jalé con mucha fuerza. Y ella se cayó. se tropezó hacia atrás y se golpeó la cabeza
contra la orilla de cemento de la jardinera. Quedó inconsciente inmediatamente.
Sí, había sangre y no se movía. Verificó si estaba viva. Tenía pulso, pero muy débil. Respiraba muy poco. ¿Por qué no llamó una ambulancia? Detective, si llegaba a la ambulancia habría preguntas. Toda la historia saldría a la luz. y prefirió que Valeria muriera. No, pensé que podíamos llevarla a un
hospital privado y decir que había sido un accidente en otra parte, pero ella murió en el camino.
Sí, cuando llegamos al carro ya no tenía pulso y entonces decidió ocultar el cuerpo. Detective, yo estaba desesperado. Si se descubría que había muerto mientras discutíamos sobre dinero, me habrían acusado de asesinato. ¿A quién contactó para deshacerse del cuerpo? Conocía a gente que podía ayudar
en situaciones difíciles. Se refiere a Ramón Villareal. Sí.
Él había cremado a la madre de un amigo sin muchos trámites burocráticos. ¿Cuánto le pagó? 500,000 pesos. ¿Y las cenizas? Patricio bajó la cabeza. Las esparcimos en la Sierra Madre, cerca de donde mi familia tenía una cabaña. ¿Dónde exactamente? en un arroyo cerca de la mesa de las tablas como a
una hora de Santiago. Porque ese lugar era un lugar hermoso, tranquilo.
Pensé que era lo más digno que podía hacer por ella. Sandoval anotó la ubicación y los 12 millones para pagar el banco. Tuve que vender propiedades familiares en Texas que había heredado de mi padre. ¿Por qué no las había vendido antes? Porque esperaba no tener que hacerlo. Eran lo único que iba a
dejar de herencia a Rodrigo.
¿Quién más sabía la verdad? Solo Rodrigo Villareal y el gerente del hotel, Arturo Méndez, le pagué para que mantuviera silencio sobre el zapato y para que dijera que no había visto nada inusual esa noche. ¿Cuánto le pagó? 50,000 pesos inicialmente. Y después le di trabajos regulares al hotel.
¿Alguien más? No, detective, solo nosotros sabíamos la verdad completa. El fiscal intervino. Señor Salinas, ¿se entiende que está confesando homicidio culposo, ocultamiento de cadáver y soborno. Sí, licenciado, pero quiero que quede claro que nunca tuve intención de lastimar a Valeria. ¿Por qué
decidió confesar ahora? Porque he vivido 7 años con esta culpa. Cuando supe que habían encontrado la cartera, sabía que era cuestión de tiempo.
¿Está arrepentido? completamente. No pasa un día sin que piense en Valeria y en el dolor que le causé a su familia. Sandoval cerró su libreta. ¿Hay algo más que quiera agregar, detective? Quiero pedirle a la familia Herrera que me perdonen. Sé que es mucho pedir, pero espero que sepan que fue un
accidente terrible.
¿Está dispuesto a mostrar el lugar exacto donde esparcieron las cenizas? Sí, detective, es lo menos que puedo hacer. El fiscal habló con los abogados sobre los cargos y las posibles sentencias. Con las confesiones de Patricio y Rodrigo Salinas tenían evidencia suficiente para procesamientos
exitosos. Sandoval se sintió aliviado, pero también triste.
Después de 7 años, finalmente tenía respuestas completas para Edmundo Herrera, pero ninguna de esas respuestas le devolvería a su hija. Su siguiente tarea era informar a la familia Herrera sobre las confesiones y coordinar una expedición a la Sierra Madre para tratar de localizar el sitio exacto
donde habían sido esparcidas las cenizas de Valeria. El caso estaba prácticamente resuelto, pero el proceso de sanación para la familia Herrera apenas estaba comenzando.
Sandoval se dirigió al Banco del Norte para informar personalmente a Edmundo Herrera sobre las confesiones de Patricio y Rodrigo Salinas. Era una conversación que había estado posponiendo porque sabía cuán dolorosa sería para el padre de Valeria. Edmundo Herrera lo recibió en su oficina con una
mezcla de esperanza y temor.
Detective, ¿tiene noticias sobre mi hija? Señor Herrera, tengo respuestas completas sobre qué pasó con Valeria. Está viva. Sandoval negó con la cabeza. Lo siento mucho. Valeria murió la noche del 12 de noviembre de 1999. Herrera se desplomó en su silla y se cubrió la cara con las manos. Después de
varios minutos de silencio, levantó la vista.
¿Cómo murió? Fue un accidente durante una discusión con Patricio Salinas. Después él ocultó el cuerpo para evitar escándalo. Una discusión sobre ¿qué? Sobre el préstamo de su banco. Patricio quería que Valeria intercediera con usted para conseguir una prórroga. Y Valeria se negó. Sí. Ella se sintió
traicionada porque había descubierto que Rodrigo solo se acercó a ella por interés de la familia.
Herrera se puso de pie y caminó hacia la ventana. Mi niña era muy noble. Habría ayudado a cualquiera que se lo pidiera honestamente, pero no cuando sintió que habían abusado de su confianza. ¿Dónde está su cuerpo? Su cuerpo fue cremado esa misma noche. Las cenizas fueron esparcidas en la Sierra
Madre.
¿Podremos recuperar algo? Patricio Salinas se ha ofrecido a llevarnos al lugar exacto. Es posible que podamos encontrar algunos restos. Herrera regresó a su escritorio. Detective, quiero ir con ustedes. Señor Herrera, va a ser muy difícil emocionalmente. Es mi hija. Tengo derecho a estar presente.
Por supuesto. Organizaremos la expedición para mañana.
¿Qué va a pasar con los Salinas? Patricio será procesado por homicidio culposo, ocultamiento de cadáver y soborno. Rodrigo, por homicidio culposo y complicidad. ¿Cuántos años de prisión? El fiscal dice que Patricio podría recibir entre 15 y 20 años. Rodrigo entre 8 y 12.
¿Le parece justo, señor Herrera? Nunca van a haber una pena que compense la pérdida de su hija. Detective, hay algo que no entiendo. ¿Por qué no me pidieron directamente la prórroga? Yo habría considerado su situación. Patricio dice que había demasiado orgullo de por medio y que pensó que sería más
efectivo a través de Valeria. Qué estúpido. Por orgullo mataron a mi hija.
¿Usted habría otorgado la prórroga? Herrera pensó por un momento. Probablemente sí. 6 meses más no habría arruinado al banco. Pero ahora, ahora voy a asegurarme de que Constructora Salinas nunca se recupere financieramente. Al día siguiente, una caravana de tres vehículos se dirigió hacia la Sierra
Madre Oriental.
Iván Sandoval, dos técnicos forenses, Edmundo Herrera, Patricio Salinas con su abogado y elementos de seguridad. El viaje hasta la mesa de las tablas tomó 2 horas por carreteras serpenteantes entre montañas cubiertas de pinos y robles.
“Aquí es donde tenemos que caminar”, dijo Patricio cuando llegaron a un punto donde la carretera se volvía intransitable. La caminata duró 45 minutos por senderos empinados y rocosos. Edmundo Herrera, a pesar de sus 58 años, mantuvo el paso determinadamente. Es por aquí, dijo Patricio, señalando
hacia un arroyo pequeño rodeado de grandes rocas. ¿Estás seguro?, preguntó Sandoval. Sí, detective.
Ese árbol grande de roble era mi punto de referencia. Los técnicos forenses comenzaron a examinar el área. Usaron tamices finos para filtrar tierra y sedimentos del arroyo. “Detective!”, gritó uno de los técnicos después de una hora de búsqueda. Encontramos algo.
Habían encontrado pequeños fragmentos de hueso calcinado y restos de metal que podrían ser de joyería. “Señor Herrera”, preguntó Sandoval. “¿Valeria usaba joyería especial esa noche?” Sí, llevaba los aretes de perlas que le había regalado su abuela y una cadenita de oro con una cruz pequeña. Uno de
los técnicos mostró un fragmento pequeño de metal dorado.
¿Podría ser parte de una cadena? ¿Es suficiente para confirmar que son sus restos? Preguntó Herrera. ¿Podemos hacer análisis de ADN con los fragmentos de hueso? Tomará algunas semanas, pero podremos confirmarlo. Patricio Salinas se acercó a Edmundo Herrera. Señor Herrera, no sé cómo pedirle perdón.
Herrera lo miró fijamente. No puede. No hay perdón para lo que hizo. Fue un accidente.
Fue producto de su egoísmo y cobardía. Entiendo su dolor. No, no lo entiende. Usted tiene a su hijo vivo. Yo nunca volveré a ver a mi hija. Sandoval intervino para evitar una confrontación. Señor Herrera, hemos encontrado lo que veníamos a buscar. Los técnicos recolectaron todos los fragmentos
encontrados y los guardaron cuidadosamente para su análisis posterior.
Durante el regreso, Edmundo Herrera permaneció en silencio, contemplando las montañas donde habían encontrado los restos de su hija. “Detective”, dijo finalmente. “Quiero que sepa que le agradezco todo lo que ha hecho. Señor Herrera, solo hice mi trabajo.” “No, detective, usted me devolvió a mi
hija.” No viva, pero sí me la devolvió. ¿Qué va a hacer ahora? Voy a organizar un funeral apropiado.
Valeria merece una despedida digna y después voy a asegurarme de que los Salinas paguen completamente por lo que hicieron. El sistema de justicia se encargará de eso. El sistema de justicia es solo el principio, detective. Cuando llegaron de regreso a Monterrey, Sandoval sabía que su trabajo estaba
prácticamente terminado.
Tenía las confesiones, la evidencia física y los restos de la víctima. Los procesos legales seguirían su curso, pero también sabía que para Edmundo Herrera el verdadero proceso de justicia y sanación apenas estaba comenzando.
Dos meses después del descubrimiento de los restos de Valeria, el análisis de ADN confirmó que los fragmentos de hueso encontrados en la Sierra Madre correspondían efectivamente a Valeria Herrera Montenegro. El funeral se realizó en la catedral de Monterrey con una asistencia masiva. Edmundo
Herrera había organizado una ceremonia digna de su hija con flores blancas y música que a Valeria le había gustado.
La urna con sus cenizas fue colocada en una cripta familiar en el Panteón del Carmen. Durante la ceremonia Sandoval observó desde una banca trasera. había llegado a sentir un vínculo personal con el caso y quería rendir sus respetos a la joven, cuya vida había sido truncada por la ambición y
cobardía de otros.
Después del funeral, el proceso judicial continuó su curso. Patricio Salinas había sido formally acusado de homicidio culposo, ocultamiento de cadáver, soborno y obstrucción a la justicia. Su hijo Rodrigo enfrentaba cargos similares, pero con menor responsabilidad. El juicio comenzó el 15 de mayo
de 2006 en el Tribunal Superior de Justicia de Nuevo León.
El caso había atraído considerable atención mediática debido a la prominencia de las familias involucradas. El fiscal Jaime Rodríguez Herrera presentó evidencia contundente. Las confesiones grabadas, los testimonios de Raúl Vega, Servando Hernández y Ramón Villareal Junior, la evidencia física de
la cartera enterrada y los análisis forenses de los restos. Señoras y señores del jurado, dijo el fiscal en sus alegatos iniciales, este caso demuestra cómo la ambición y el egoísmo pueden llevar a una tragedia terrible.
Los acusados no solo causaron la muerte de una joven inocente, sino que después orquestaron un encubrimiento elaborado que negó justicia durante 7 años. El abogado defensor de Patricio Salinas, Alberto Mendoza, argumentó que se había tratado de un accidente sin premeditación.
Mi cliente cometió errores terribles en el pánico del momento, pero nunca tuvo intención de lastimar a la señorita Herrera. Fue una tragedia que se complicó por decisiones desesperadas. Los testimonios más impactantes vinieron de los propios acusados. Patricio Salinas declaró durante 3 días
detallando cada aspecto de los eventos del 12 de noviembre de 1999. Acepto completamente mi responsabilidad, declaró ante el jurado.
Mis acciones fueron imperdonables. No pido clemencia, solo que entiendan que nunca quise que Valeria muriera. Rodrigo Salinas también testificó describiendo su participación y el peso de haber guardado silencio durante 7 años. He vivido con esta culpa cada día desde 1999. Valeria era una persona
maravillosa que no merecía morir por nuestros problemas financieros.
Edmundo Herrera declaró como testigo el último día de testimonios. Mi hija era una muchacha con toda la vida por delante. Estudiaba administración de empresas porque quería ayudarme con el banco familiar. Era generosa, inteligente y confiaba en las personas. Esa confianza fue abusada y le costó la
vida.
Señor Herrera, preguntó el fiscal, ¿cómo ha afectado esta pérdida su vida? He estado 7 años sin saber qué pasó con mi niña. Eso es una tortura que no le deseo a nadie. Ahora que sé la verdad, puedo comenzar el proceso de aceptación, pero nunca me recuperaré completamente. ¿Qué justicia espera de
este proceso? Espero que los responsables paguen apropiadamente por sus crímenes y que su caso sirva de ejemplo para que otras familias no sufran lo que hemos sufrido nosotros. El juicio duró tres semanas.
Durante las deliberaciones que se extendieron por dos días, el detective Sandoval esperó ansiosamente el veredicto junto con la familia Herrera. El 8 de junio de 2006, el jurado emitió su veredicto después de deliberar durante 14 horas. En el caso del estado de Nuevo León contra Patricio Salinas
Garza, declaró la presidenta del jurado, encontramos al acusado culpable de homicidio culposo en primer grado, culpable de ocultamiento de cadáver, culpable de soborno y culpable de obstrucción a la justicia.
En el caso del estado de Nuevo León contra Rodrigo Salinas Garza, encontramos al acusado culpable de homicidio culposo en segundo grado, culpable de complicidad en ocultamiento de cadáver. y culpable de obstrucción a la justicia. La sentencia se dictó una semana después.
El juez Mario Elisondo condenó a Patricio Salinas a 18 años de prisión y al pago de una indemnización de 5 millones de pesos a la familia Herrera. Rodrigo Salinas recibió una sentencia de 10 años de prisión y una multa de 2 millones de pesos. Señor Patricio Salinas, dijo el juez al dictar
sentencia, sus acciones no solo causaron la muerte de una joven inocente, sino que privaron a una familia de 7 años de duelo apropiado.
Su encubrimiento elaborado demuestra premeditación en ocultar la verdad. Señor Rodrigo Salinas, aunque su participación fue menor, su silencio durante 7 años fue una traición a la memoria de la víctima y a los principios de justicia. Arturo Méndez, el gerente del hotel, también fue procesado por
obstrucción a la justicia y soborno.
Recibió 3 años de prisión condicional y una multa considerable. Raúl Vega, el exjefe de seguridad, recibió inmunidad a cambio de su testimonio, considerando que su cooperación había sido crucial para resolver el caso. Después de la sentencia, Sandoval se encontró con Edmundo Herrera en los pasillos
del tribunal. Señor Herrera, ¿se siente satisfecho con la justicia? Detective, ninguna sentencia me va a devolver a mi hija, pero me da paz saber que los responsables van a pagar por lo que hicieron. ¿Qué planes tiene ahora? Voy a establecer una fundación en memoria de
Valeria. Quiero ayudar a familias que tienen hijos desaparecidos. Es una manera hermosa de honrar su memoria. Detective, también quiero que sepa que voy a recomendar que reciba una condecoración por su trabajo en este caso. Señor Herrera, no es necesario. Sí, es necesario. Usted nos devolvió la
verdad cuando todos habían perdido la esperanza.
Tres meses después de la sentencia, Sandoval recibió noticias sobre el impacto del caso en las familias involucradas. Constructora Salinas había quebrado definitivamente sin Patricio al frente y con la reputación destruida. Los bancos ejecutaron todas las garantías, la familia perdió todas sus
propiedades y quedó en la ruina financiera.
La esposa de Patricio, María Elena Garza, se había divorciado y regresado con su familia a Saltillo. Los hijos menores de los Salinas tuvieron que cambiar de escuelas debido al escándalo público. Edmundo Herrera, por su parte, había establecido la Fundación Valeria Herrera para apoyar la búsqueda
de personas desaparecidas.
La fundación ofrecía recursos legales y apoyo emocional a familias en situaciones similares. “Detective”, le dijo Herrera durante una visita a las oficinas de la fundación, “hemos ayudado a resolver 12 casos de desaparecidos en los últimos 6 meses. Casos similares al de Valeria, algunos sí.
Familias que habían perdido la esperanza porque las investigaciones se habían estancado.
¿Cómo se siente al ayudar a otras familias? Me da propósito. Siento que la muerte de Valeria no fue completamente en vano. Si podemos evitar que otras familias sufran lo que nosotros sufrimos. Sandoval también recibió información sobre los Salinas en prisión. Patricio había sido asignado al centro
de readaptación social número 2 de Apodaca, donde trabajaba en la biblioteca y había comenzado estudios de teología.
Rodrigo cumplía su sentencia en una prisión de menor seguridad en Cadereita. Había completado una maestría en psicología por correspondencia y participaba en programas de rehabilitación. Ambos habían intentado contactar a Edmundo Herrera para expresar su arrepentimiento, pero él había rechazado
cualquier comunicación. “No tengo nada que escuchar de ellos”, había declarado Herrera. “Sus disculpas no van a resucitar a mi hija.
” El detective también siguió el caso desde la perspectiva profesional. El éxito en resolver un caso tan antiguo y complejo le había dado reconocimiento nacional. Había recibido invitaciones para dar conferencias sobre técnicas de investigación en casos fríos.
La clave, explicaba Sandoval en sus conferencias, es nunca asumir que un caso está verdaderamente cerrado. La evidencia física puede aparecer años después y la culpa eventualmente hace que los testigos hablen. ¿Cuál fue el momento decisivo en el caso Herrera? le preguntó un detective de Guadalajara
durante una de estas conferencias.
Cuando encontramos la cartera enterrada, eso nos dio evidencia física fresca que nos permitió reabrir el caso con credibilidad. Y si nunca hubieran encontrado la cartera, probablemente el caso habría permanecido sin resolver para siempre. Los Salinas nunca habrían confesado voluntariamente. En
diciembre de 2006, un año después del hallazgo de la cartera, Sandoval recibió una llamada inesperada.
Detective, soy Roberto Elisalde, el mesero que encontró la cartera. Hola, Roberto, ¿cómo está? Muy bien, detective. Lo llamo porque quería saber si usted cree que hice lo correcto al reportar lo que encontré. Por supuesto, Roberto. Su decisión de reportar la cartera fue lo que permitió que la
familia Herrera finalmente supiera la verdad.
Es que a veces pienso que tal vez habría sido mejor dejar las cosas como estaban. ¿Por qué dice eso? Porque veo en las noticias que toda la familia Salinas quedó destruida. Los hijos que no tuvieron nada que ver están sufriendo también. Roberto, usted hizo lo moralmente correcto. Las consecuencias
de los crímenes no son su responsabilidad.
Pero no se siente mal por los niños inocentes que ahora están sufriendo. Me siento mal por cualquier niño que sufre. Pero los responsables de ese sufrimiento son Patricio y Rodrigo Salinas, no usted, gracias, detective. Necesitaba escuchar eso.
El caso Herrera se había convertido en un ejemplo de cómo la perseverancia investigativa y la cooperación ciudadana podían resolver crímenes aparentemente imposibles de esclarecer, pero también había demostrado cómo una serie de decisiones egoístas y cobardía podían destruir múltiples familias y
causar sufrimiento que se extendía por generaciones. Sandoval frecuentemente reflexionaba sobre las lecciones del caso.
La avaricia y el orgullo habían llevado a Patricio Salinas a involucrar a su hijo en un plan manipulativo. Cuando ese plan falló, el pánico y la cobardía habían convertido un accidente en un crimen más grave. Si Patricio hubiera tenido la honestidad de pedir ayuda directamente o si hubiera llamado
una ambulancia inmediatamente después del accidente, toda la tragedia podría haberse evitado.
El detective también pensaba frecuentemente en Valeria. Una joven de 19 años había muerto porque tuvo la integridad moral de rechazar ser utilizada en un esquema fraudulento. Su honestidad le había costado la vida, pero su memoria había inspirado una fundación que ayudaba a otras familias. Era una
ironía amarga que la muerte de Valeria, causada por la deshonestidad de otros, hubiera resultado en más honestidad y justicia en el mundo a través del trabajo de la fundación de su padre.
años después de la desaparición de Valeria Herrera Montenegro y casi dos años después de que el caso fuera resuelto, el detective Miguel Sandoval visitó el cementerio del Panteón del Carmen en el aniversario de su muerte. La cripta de Valeria estaba adornada con flores frescas y una placa de bronce
que leía Valeria Herrera Montenegro, 1980-1999.
Su integridad fue su mayor virtud y su legado eterno. Edmundo Herrera ya estaba ahí cuando llegó Sandoval. Detective, gracias por venir. Es un honor, señor Herrera. ¿Cómo se siente después de todo este tiempo? Algunos días son mejores que otros, pero tener respuestas definitivas ha hecho una gran
diferencia. La fundación sigue creciendo.
Sí, hemos ayudado a resolver 43 casos de personas desaparecidas y hemos proporcionado apoyo legal a más de 200 familias. Valeria estaría orgullosa. Eso espero. A veces siento que ella me guía en este trabajo. Sandoval había seguido los desarrollos posteriores del caso. Patricio Salinas había
cumplido dos años de su sentencia cuando sufrió un infarto masivo en prisión.
murió en el hospital penitenciario sin haber recuperado la conciencia. Su muerte había sido controversial. Algunos pensaron que había sido una forma fácil de escapar de la justicia completa. Otros consideraron que había sido un castigo apropiado del destino. Rodrigo Salinas continuaba cumpliendo su
sentencia, pero había solicitado una reducción por buena conducta.
Había completado varios programas de rehabilitación y había expresado repetidamente su arrepentimiento. ¿Qué opina de la posible liberación anticipada de Rodrigo Salinas? Le preguntó Sandovala Herrera. Me opuse formalmente.
10 años no es suficiente tiempo por haber participado en la muerte de mi hija y después mantener silencio durante 7 años. ¿Cree que él puede rehabilitarse verdaderamente, detective? Tal vez sí puede rehabilitarse, pero eso no cambia el hecho de que sus acciones causaron un daño irreparable. Y si él
quisiera participar en el trabajo de la fundación después de salir, Herrera se quedó pensativo por largo tiempo.
Sería muy difícil para mí aceptar eso, pero si genuinamente pudiera ayudar a otras familias, tal vez sería una forma de honor a la memoria de Valeria. Sandoval había recibido varias cartas de Rodrigo desde la prisión. En todas expresaba su remordimiento y su deseo de encontrar alguna forma de
enmendar el daño causado.
En la más reciente, Rodrigo había escrito: “Detective, sé que no merezco perdón, pero espero algún día poder contribuir positivamente a la sociedad. El peso de lo que hicimos nunca me abandonará, pero quiero convertir esa culpa en algo constructivo.” El detective nunca había respondido a las
cartas, pero las había guardado todas.
sentía que algún día podrían ser relevantes para el proceso de sanación de todos los involucrados. Durante el último año, Sandoval había recibido casos similares de otras partes del país. Familias que habían leído sobre el caso Herrera lo contactaban esperando que pudiera ayudarlos con sus propias
tragedias. Detective le había dicho recientemente una mujer de Veracruz. Mi hijo desapareció hace 5 años.
Los policías locales dicen que ya no hay nada que hacer. ¿Usted podría ayudarnos? Sandoval había comenzado a colaborar informalmente con la Fundación Valeria Herrera, proporcionando consultoria técnica para investigaciones privadas de personas desaparecidas. “Señor Herrera”, le dijo ese día en el
cementerio, “He estado pensando en retirarme del servicio activo y trabajar tiempo completo con la fundación.
En serio, sería maravilloso tenerlo formalmente en el equipo. Siento que es mi manera de honrar la memoria de Valeria. Su caso cambió mi perspectiva sobre la importancia de no rendirse nunca. Detective, ella le estaría agradecida y yo también. Habían transcurrido 8 años desde aquella noche en el
hotel Ambasador, pero las lecciones del caso seguían siendo relevantes.
La importancia de la integridad personal, las consecuencias devastadoras de las decisiones egoístas y el poder de la perseverancia en la búsqueda de la verdad. El caso también había demostrado cómo un crimen puede tener ondas expansivas que afectan a múltiples generaciones. Los hijos menores de
Patricio Salinas habían crecido con el estigma de ser hijos de un asesino.
Los empleados de constructoras salinas habían perdido sus trabajos. Las familias de esos empleados habían sufrido consecuencias económicas, pero también había creado ondas positivas. La Fundación Valeria Herrera había reunido a familias con sus seres queridos desaparecidos. Había proporcionado
closure a docenas de casos que habían permanecido sin resolver durante años.
Roberto Elisalde, el mesero que encontró la cartera, había recibido una beca de la fundación para estudiar criminología. Ahora trabajaba como investigador privado, especializado en casos de personas desaparecidas. Detective, le había dicho Roberto durante una visita reciente. Encontrar esa cartera
fue lo mejor que me ha pasado en la vida. Me dio un propósito.
Carmen Rodríguez había dejado su trabajo en el hotel y ahora coordinaba eventos para la fundación. Siento que estoy ayudando a crear memorias positivas en lugar de solo organizar fiestas, había explicado. Incluso Raúl Vega, el exjefe de seguridad, había encontrado redención. había testificado en
varios casos similares y había ayudado a desarrollar nuevos protocolos de seguridad para hoteles que incluían procedimientos específicos para preservar evidencia en caso de incidentes.
La verdad, reflexionaba Sandoval, es que el caso Herrera demostró que nunca es demasiado tarde para hacer lo correcto. Mientras caminaba de regreso a su automóvil, después de la visita al cementerio, Sandoval pensó en todas las vidas que habían sido tocadas por la muerte de una joven de 19 años en
1999. Su teléfono celular sonó. Era una llamada de la fundación. Detective, tenemos un caso nuevo.
Una familia de Tampico, cuya hija desapareció hace 6 años. ¿Puede ayudarnos? Por supuesto, respondió Sandoval. Mandaré toda la información. Era su manera de asegurar que la muerte de Valeria Herrera Montenegro continuara teniendo un impacto positivo en el mundo. Cada caso resuelto, cada familia
reunida, cada verdad descubierta era una manera de honrar la memoria de una joven cuya integridad le había costado la vida.
Al llegar a su oficina, Sandoval encontró una carta más de Rodrigo Salinas. Esta vez, sin embargo, decidió abrirla. Detective Sandoval, decía la carta. He completado mi maestría en psicología y he comenzado a facilitar grupos de apoyo para otros prisioneros que cargan con culpa por crímenes
violentos. Sé que no puedo deshacer el daño que causé, pero espero poder evitar que otros cometan errores similares.
Si algún día el señor Herrera puede perdonarme lo suficiente para permitirme contribuir al trabajo de la fundación, estaré eternamente agradecido. Mientras tanto, vivo cada día tratando de ser el hombre que Valeria habría querido que fuera. Sandoval guardó la carta en el expediente del caso.
Tal vez algún día sería parte de otra historia de redención. Por ahora era suficiente saber que el legado de Valeria Herrera continuaba inspirando a personas a hacer lo correcto, incluso a aquellos que una vez habían elegido el camino equivocado. El detective se reclinó en su silla y miró por la
ventana hacia las montañas de la Sierra Madre Oriental, donde hacía casi dos años habían encontrado los restos de Valeria. “Descansa en paz, Valeria”, murmuró. “tu historia continuará salvando vidas.
En el escritorio tenía fotografías de 43 familias que habían sido reunidas con sus seres queridos perdidos gracias al trabajo de la fundación. Era un memorial viviente a una joven cuya muerte había dado lugar a una búsqueda incansable de verdad y justicia. El caso estaba oficialmente cerrado, pero
su impacto seguiría creciendo durante décadas.
Era la prueba de que incluso en las tragedias más oscuras, la luz de la integridad humana puede encontrar una manera de brillar. Sandoval tomó su teléfono y marcó el número de la familia de Tampico, que necesitaba ayuda. Había trabajo que hacer y una promesa que mantener. La búsqueda de la verdad
nunca termina. M.