La noche de bodas, mi esposa se negaba una y otra vez a consumar el matrimonio. Yo, lleno de sospechas, levanté la manta… y lo que descubrí me hizo arrodillarme, suplicando perdón.
La ceremonia acababa de terminar, y toda la familia de ambos lados nos colmó de bendiciones. Yo —Alejandro— todavía me sentía embriagado por el tequila y la felicidad de mi boda. La mujer con la que acababa de casarme, Marisol, era una joven dulce y modesta; todos decían que yo tenía suerte de haberla encontrado. … Read more